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lunes, 31 de mayo de 2010

Una semana para cruzar los Pirineos

Kilian Jornet unirá el Atlántico con el Mediterráneo corriendo 100 kilómetros al día por la montaña (Publicat a El Mundo-Catalunya el 30.05.10)


“La montaña te enseña a ser humilde”. Esa es, según Kilian Jornet (Sabadell, 1987), la mayor lección que le ha dado la vida y sólo así se explica la enorme modestia de un joven que es el mejor en lo que hace. Kilian es un icono de las carreras de montaña, ha reventado todos los récords que se ha propuesto batir y el lunes iniciará una travesía para recorrer los Pirineos en una semana.


No se trata de batir ninguna marca, cuenta el atleta catalán, sino de enseñarle al mundo “nuestras montañas, que son impresionantes”. Y aunque no le da importancia, también anuncia el reto como un “entreno” y una forma de volver a su niñez, cuando completó el recorrido con su familia en 40 días, lo habitual para estas distancias alpinas. Esta vez, Kilian correrá 10 horas cada jornada para unir Hondarribia con el Mediterráneo. En total acumulará más de 700 kilómetros y 37.000 metros de desnivel positivo -el equivalente a tres Everest y medio- antes de poder bañarse en el Cap de Creus, su meta.


El catalán es, según rivales, médicos y técnicos, alguien sobrenatural tanto por condiciones como, sobretodo, por resistencia al dolor, pero él relativiza esos elogios. Lo cierto es que, más allá de competiciones y aunque le cueste admitirlo, Kilian se reta a sí mismo. Por eso este verano subirá al Kilimanjaro y el año pasado cruzó Córcega de norte a sur en 33 horas.


Los secretos para triunfar en pruebas tan largas, revela, son “el coco” y la pasión. Kilian disfruta con la montaña y la naturaleza, encuentra la motivación en la búsqueda de sus propios límites y se crece cuanto más duras son las condiciones. Esa es, para él, la diferencia. Criado en un refugio alpino de Font Romeu, donde casi aprendió a esquiar antes que a andar, reconoce que baja “lo menos posible a la ciudad” y que le cuesta entender otra forma de vivir que la suya. “El hombre”, teoriza, “en tanto que animal, tiene que volver a los orígenes, ya sean la montaña o al mar. Lo natural es lo real ¿Y qué hay de natural en las ciudades y el asfalto?”. Por eso, explica, le es muy fácil sacarse la pereza de encima y salir a entrenar cada mañana. “No es lo mismo dar vueltas a una pista que encontrarme, como hoy, corriendo rodeado de lagos y naturaleza”.


Kilian no pierde el sueño con ambiciones más mediáticas y no le motiva competir “en serio” en una maratón llana. “Uno debe hacer lo que le gusta” y lo único que le haría ilusión es que el esquí de montaña, su otra pasión, fuera disciplina olímpica, como está cercano. De momento, disfruta del “ambiente especial” de las carreras, en las que “los rivales son amigos” y “el objetivo es superar tus propios límites”. Cuando más cercanos los ha visto fue cuando, después del Ultra Trail Mont Blanc, la prueba más dura del mundo, tuvieron que ayudarle a ir a la ducha durante días. De experiencias como esa dice haber aprendido que “ante la montaña, uno siempre pierde”. Sólo que en su caso no es así.

1 comentario:

Carlos dijo...

Cállate rollito de primavera. Como te encuentre Pau te va a rebentar el cabolo a golpes de zimbrel y después dejará a tu madre hecha un murruño al más puro estilo cerdo agridulce.