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martes, 9 de septiembre de 2008

La crisis de los Joad

Un día llegó un hombre al rancho…

- Tienes que reconocerlo, Miuly, en una tierra así tan seca el sistema de arriendo no funciona. Apenas se puede malvivir, y menos sacar ganancia. Un solo hombre con un tractor puede cultivar diez o doce de estas fincas. Le pagáis un jornal y os quedáis con la cosecha.
- Si, pero... no podemos distraer ni un centavo de lo que tenemos ahora. Nuestros hijos no comen lo suficiente y están tan andrajosos que nos daría vergüenza ver a los hijos de otros bien vestidos.
- Yo no puedo hacer nada, solo cumplo órdenes. Me mandaron a deciros que estáis desahuciados.
- ... ¿Quiere decir que me echan de mi tierra?
- No hay por qué enfadarse conmigo. Yo no tengo la culpa.
- ¿Pues quién la tiene?
- Ya sabes que el dueño de la tierra es la compañía Shawnylan.
- ¿Y quién es la compañía Shawnylan?
- No es nadie, es una compañía.
- Pero tienen un presidente, tendrán alguien que sepa para qué sirve un rifle.
- Pero hijo, ellos no tienen la culpa: el banco les dice lo que tienen que hacer.
- Muy bien ¿dónde está el banco?
- En Tulsa. Pero no vas a resolver nada, allí solo está el apoderado, y el pobre solo trata de cumplir las órdenes de Nueva York.
- Entonces, ¿a quién matamos?

(no me dea cargar el video, lo encontrareis en VO aquí)


Al final de los años 30 un antiguo jornalero rural escribió una bellísima historia sobre los Joad, una humilde familia de agricultores de Oklahoma que, habiéndolo perdido absolutamente todo por culpa de la Gran Depresión, deciden huir a California para empezar de nuevo. El relato del camino nos regalaba todas las caras de la miseria: la solidaridad y la explotación, la crueldad y la esperanza, el poder de la familia unida, el dolor de la pérdida humana, la pena de los héroes que pasan hambre, de los desheredados.

La historia fue prohibida en algunos lugares porque sonaba socialista pero a día de hoy figura en el palmarés de los Pulitzer y los Nobel. El viejo jornalero era John Steinbeck y al año siguiente de publicarse la novela John Ford, uno de los más grandes del cine, la hizo película.

Ford, como Steinbeck, tomó entonces partido, no escondió la explotación que sufrió gente como los Joad en la época más triste de los Estados Unidos, la época en la que la miseria y el hambre eran la norma, en la que el jornal no daba para alimentar a los hijos y uno no podía protestar porque detrás suyo había una fila de 200 hombres a los que ya les estaría bien partirse la espalda por un trozo de pan seco.

No se puede dejar pasar esta película, de verdad. Posiblemente sea una de las mejores que nunca he visto.

Ahora, casi un siglo despues, dicen algunos que andamos hacia una crisis económica más que dura. Habrá paro, la comida y los transportes serán más caros y, en general, habrá que apretarse el cinturón para ir tirando. Lo que nadie nos dice aún es a quien habrá que disparar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estem en lo de sempre, mai hi ha ningu que doni la cara... la culpa es de tothom i de ningu per deixar arribar a aquests extrems...

Fuck ALL

Carlos dijo...

EXIGEIXO les fotos del Roldán d'ahir! FESTASSA en majúscules! Envia un maaaaaaaaail!