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Nos proyectamos también cuando descubrimos nuestra realidad, alejada de la que desearíamos, y nos describimos como burgueses. Vemos que preferimos decorar nuestra experiencia mística con música de primera división, performances curradas y la compañía de todos los amigos mientras los auténticos radicales se pelan los cojones trabajando al lado de los pobres.
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Algo hierve en nuestro interior, individualmente y como grupo, pero desconocemos cómo canalizarlo. Entendemos la necesidad del cuidado interior y de la experiencia de fe pero nos irrita no ver resultados tangibles a tantos ideales. Quizá seamos también víctimas de lo inmediato y queramos arreglarnos nosotros y de paso al mundo desde ya. Pero ¿cómo hacerlo si ni tan solo logramos entendernos a nosotros mismos?"
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