Abrir las listas es asumible por todos los partidos pero “poco efectivo”
Publicat a El Mundo el 27 de juny de 2011
PAU FARRÀS – Cuando en 2009 Ciutadans pel Canvi impulsó la iniciativa legislativa popular para reformar la ley electoral, 80.000 ciudadanos dieron apoyo con su firma a un proyecto con las listas abiertas. Antes, en 2007, una comisión de expertos nombrada por el tripartito había realizado una propuesta de ley donde cabía la posibilidad de expresar las preferencias en las listas presentadas. Los procesos respectivos terminaron en nada tras negociaciones y ponencias fracasadas, pero las ideas siguen teniendo fuerza en un segmento de la población entre los que se encuentra el movimiento de los indignados.
Esta parte de la ciudadanía observa los partidos como instituciones altamente jerarquizadas y, como han denunciado varios politólogos desde hace años, escasamente meritocráticas, lo que resulta en listas donde prima más la voluntad de los partidos que el apoyo popular o el trabajo y, a la postre, una falta de incentivos positivos a reducir la distancia entre los representantes y los votantes.
El sistema de listas abiertas, usado en la votación al Senado, contempla la posibilidad de indicar las preferencias entre los miembros de la candidatura. En la práctica, como señala Francesc Pallarès, de la UPF, los electores no cambian significativamente el orden predefinido de los candidatos.
Lluís Coromines, de CiU, anuncia que su partido, el único que se opuso a la propuesta de la comisión de expertos, no está en contra de la iniciativa pero advierte contra los peligros de una libertad total de voto, ya que podría resultar en “un Parlament con candidatos de distintos partidos sin proyectos en común”.
Otros de los defectos del sistema es el fomento del clientelismo como demuestra la experiencia italiana o la posibilidad de que candidatos con más riqueza o representantes de intereses privados terminaran siendo los más conocidos. Pallarès también alerta del “potencial de inestabilidad interna en las formaciones, ya que se produciría una doble campaña, la habitual y la interna en los partidos”.
A Agustí Bosch, de la UdG, le parece “muy bien” la posibilidad y va más allá al proponer otras reformas par mejorar la calidad democrática, como “fomentar la democracia directa con más referéndums sobre cuestiones polémicas”. Entiende Bosch que variar la ley orgánica de consultas es “más fácil” que cambiar la ley electoral.
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