El cambio de ley electoral queda lejano
CiU no admitirá una circunscripción única, el PSC quiere dar más peso al Área Metropolitana y el resto de partidos son reacios a los distritos uninominales
PAU FARRÀS / Barcelona – Cada cierto tiempo, coincidiendo con etapas de descrédito político como la actual, resurge el debate del sistema electoral en Cataluña para acabar dejando las cosas como hace 32 años, sin más regulación que una disposición transitoria del Estatut de 1979. Con la intención de dar salida al conflicto, hoy resurgido tras las manifestaciones de los “indignados”, y con el recuerdo del fracaso de la ponencia de 2009, Convergència i Unió (CiU) y el Partido Socialista de Catalunya (PSC) van a reunirse la próxima semana para tantear el pacto.
El partido de gobierno, reforzado tras las pasadas elecciones, parte con la ventaja de saber que el actual sistema le facilita la obtención de mayorías y que sus 62 escaños son imprescindibles para la reforma, necesitada de 90 votos en el Parlament. La propuesta de CiU contempla dos votos, uno para escoger el 40% de diputados en 53 distritos uninominales, donde solo sale como representante el ganador, y el otro para votar los 82 parlamentarios restantes en base a listas por veguerías o las actuales provincias.
El PSC también apuesta por un sistema de doble voto. El primero serviría para elegir diputados de 64 distritos uninominales y el segundo designaría los 71 representantes en listas de partido en una única circunscripción. Según fuentes del partido, los distritos se delimitarían con el objetivo de acercar a los diputados al territorio, por ello pretenden disponer más distritos en el Área Metropolitana, zona donde más apoyo electoral tiene el partido. Ese mayor peso a Barcelona y sus cercanías y la inclusión de un distrito único son las claves del desacuerdo con CiU.
En la anterior ponencia, Esquerra apoyó las listas por veguerías propuestas por una comisión de expertos e Iniciativa defendió una circunscripción única con listas según el territorio. Agustí Bosch, profesor de la Universitat de Girona (UDG) y especialista en sistemas electorales, razona el por qué del rechazo de los partidos pequeños a las fórmulas uninominales: “en distritos con un solo candidato seguro que ganan PSC o CiU” gracias a su mayor poder. “Los partidos pequeños temen una deslealtad matrimonial”, según la cual sus electores, incentivados a votar a los dos grandes en el primer voto por ser los únicos con posibilidades reales de ganar, terminarían votando también las listas de socialistas o nacionalistas.
El catedrático de Ciencia Política de la UPF Francesc Pallarès aboga por priorizar el derecho de los ciudadanos a que su voto valga lo mismo independientemente de dónde vivan. Entiende el catedrático que los intereses regionales “ya tienen instrumentos para ser defendidos” y que sobrerrepresentar los votos de ciertas circunscripciones “sólo favorece a los partidos que tengan mayor implantación allí”.
Coromines rechaza el argumento y reivindica que los electores de cada territorio escojan a sus representantes. El parlamentario defiende que Catalunya ya tiene una proporcionalidad, eso es, la relación entre porcentaje de votos y escaños de un partido, del 95%, el tercer puesto autonómico y uno de los primeros en Europa, por lo que descarta abrazar sistemas de distrito único. “No nos podemos saltar el criterio de territorialidad”, zanja Corominas, que señala “que está prohibido y no existe en ningún lugar”, lo cual no es del todo cierto -Holanda o Israel votan instituciones con este sistema, por ejemplo-. Permanece, por lo tanto, la tensión entre igualar los votos de todos los ciudadanos y ponderarlos según el territorio, madre de todos los desacuerdos.
Per més info sobre els diversos sistemes electorals i com afecten la governabilitat, la participació i la proporcionalitat, un llibre en xarxa de l'Agustí Bosch.
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