De mi diario Erasmus:
"11/01 8:20
Ja sóc a l'avió, encara sense saber on em porta, ja no només si parlem de vivències i experiències, tampoc si parlem d'un lloc on dormir. La Mireia no està localitzable, la trucaré quan arribi, i tampoc trobo Via Giussepe Belluschi als plànols.
11:43
Tren des de Fiumiscino fins al centre de Roma. Encara no em crec on sóc ni el que m'espera."
Poco despues llegaría a Piramide para cambiar a linea B - azul. No sabía que ese era el camino más largo. Ni imaginaba la de historias que sucederían a pocos metros de esa estación, la vida que estaba por llegar, lo cerca que estaba la universidad, el 45 Giri, tantas casas de tantos amigos. Camino de Rebbibia, la última estación de línea, con un maletón y dos mochilas, observaba a la gente, que hacía lo propio conmigo, o al menos así lo sentía. El primer dia en Roma empezó en un vagón y continuó en un barrio de las afueras. Debía buscar la casa de la hermana de una amiga de una amiga, tan rocambolesco como parece, y cuando uno no sabe dónde debe llegar, dónde se encuentra, ni entiende muy bien las indicaciones de los lugareños, puede tener un problema. Si carga una maleta de casi 30 quilos por calles de adoquines, además del problema, suda.
Finalmente encontré la casa. Me recibió Mireia, que recordaba vagamente que debía llegar, y su amiga borde, que además era especialmente fea. Habian hecho ya un Erasmus en Lisboa y decidieron hacer otro sin beca a Roma. Vivian en un extremo de la ciudad y se pasaban el dia tiradas en casa fumando, ya fuera viendo la tele o delante de un ordenador, chateando una, mirando la otra, preguntándose por qué sus amigos no las llamaban. Pensé que yo no quería ese Erasmus, y conecté esa dejadez con el hecho de que, con 26 y 29 años respectivamente, siguieran arrastrando la carrera de Historia.
Creo que me dejaron pasar dos noches allí, aproveché para comprarme teléfono y mandé todos los mails que pude, diccionario en mano, para visitar pisos donde vivir. Uno de los dias me comí media docena de huevos fritos. A parte, pasé horas enteras en el infausto metro romano visitando casas. Descubrí apartamentos realmente cutres y otros con encanto, pero tambien que los niveles de precios eran elevados. Al mismo tiempo fui contactando con gente. El amable arquitecto iraní, el timador de Piazza Vescobi, los italianos de la Vespa en Tiburtina, el hombre salido de los sueños en Bologna, el simpático "Eric" del albergue, la comunidad internacional de Vittorio Emanuele o la abuela a la que salvé de romperse la cadera o algo así cuando arrancó el autobus camino de la primera visita, que ni se dio cuenta de que llegó a la práctica horizontalidad antes de sugetarla.
Fueron dias de patearte la ciudad solo, de darle vueltas y más vueltas al mapa y de diccionario en mano. Apunté el dia 14: "Noto que fa dies que no ric, em sento molt petit, insignificant entre tanta gent que no sap qui sóc". Luego descubriría que existía una asociación Erasmus y que quizá mis primeros pasos hubieran debido ser hacia la facultad, pero no puede negar un cierto gusto por esa pequeña dosis de soledad de los primeros dias. Tenía la sensación de que aquello era pasajero y las prisas no me invadian, así que a pesar de lo extraño de la situación los sentimientos no eran negativos, más bien eso, diferentes.
La tirolinaaaaa
Hace 5 días
3 comentarios:
gran post d'una inolvidable experiència. Gràcies Pau per compartir-ho!
Menos mal Pau q encaminaste tus pasos a la asociación Erasmus....sino el Erasmus no habria sido lo mismo sin ti....snif.
muchos besossss!!!!!
Muerte y destrucción... Vull llegir més al respecte, de fet vull que et posis a fer una crònica completa, exhaustiva e hiper-descriptiva de la teva experiència, tot sabent que pots i deus omitir el que vulguis i triar la quantitat de suc que posis en el que finalment escriguis.
E bebilo bebilo beeeebilo, bebilo bebilo tutto...
PD: a què es deu el castellà del teu escrit?
PD2: Arena'm cada dia
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