Epicuro contó como indispensables tres elementos para alcanzar la felicidad: amigos, libertad y capacidad de autorreflexión. Posiblemente, a cualquiera de nosotros se le ocurrirían premisas parecidas para cumplir un objetivo parecido. Más tarde, Jesús celebraría las comidas compartidas como fiestas, diría aquello de "déjalo todo y sígueme" y se retiraría a rezar puntualmente. Hasta sus seguidores vivían en comunas, como los epicúreos. Sidharta Gautama en su momento había propuesto métodos de emancipación y autoexploración parecidos y, siglos después, Mahoma dictaría unas normas de hermanamiento a gran escala, respeto al otro y disciplina en la oración.
Los mayores ideólogos de la historia coinciden y les damos la razón. Se celebra un congreso de la felicidad y los expertos coinciden que ésta sólo es posible a través de los demás y mediante una actitud solidaria. ¿Por qué entonces dedicamos gran parte de nuestro tiempo a conseguir otros objetivos mayoritariamente materiales? Tenemos la verdad delante y no la vemos... o no nos la creemos.
3 comentarios:
Tolstoi, escriptor rus de finals del segle XIX, va dir una vegada que el secret de la felicitat no és fer el que es vol sempre, sinó voler sempre el que es fa.
Pot ser un bon punt de partida.
Això és conformisme sense més, no? A més, que podria donar lloc a conductes sumament egoistes que en res ajudarien a una felicitat generalitzada. Imagina't un Hitler feliç, per exemple.
Bé, de ben segur que pot tenir diverses interpretacions com la que dius. Jo l'agafo com una invitació a considerar les petites alegries de cada dia. Potser, buscant el final de trajecte desitjat, descobreixes que has desaprofitat el temps perquè no has gaudit del camí.
Publicar un comentario