Publicat a El Mundo el 13/3/2011
La fórmula de las cooperativas de vivienda, originada en los países nórdicos, permite ser propietario de la propia casa desde 300 euros al mes
PAU FARRÀS / Barcelona – El próximo boom inmobiliario no va a enriquecer a demasiados, pero seguro que muchos más se alegrarán. El invento que lo hará posible se llama cooperativa de vivienda. Mediante la fórmula del “derecho de uso” del suelo, el Ayuntamiento cede la ocupación del terreno a una cooperativa para unos 75 años y conserva así su propiedad, gracias a lo que se abarata todo el proceso. Como si se tratara de un alquiler, pero a lo grande y delegando a la cooperativa la responsabilidad sobre las decisiones que afectan al suelo.
Esta cooperativa, formada por los habitantes de sus casas, construye o remodela las viviendas y las gestiona sin ayuda del gestor externo, no se desentiende. El Ayuntamiento, por su parte, termina percibiendo más dinero del que le comportaría la venta del terreno porque la cooperativa le paga un canon mensual.
El resultado es que cualquiera puede acceder a estas viviendas por una mensualidad que va desde los 300 a los 700 euros y un depósito de más de 6.000 que le será restituido con el IPC incluido si decide abandonar la casa.
La idea viene de lejos y de antiguo, pero ni la coyuntura económica ni, sobre todo, las leyes sobre vivienda habían permitido su aterrizaje en Cataluña y España. Sostre Cívic es una asociación sin ánimo de lucro que se dedica desde hace cinco años a la promoción de este modelo de acceso a la vivienda nacido en los países del norte de Europa. Su promotor y responsable, Raül Robert, explica que no existía ninguna legislación que permitiera este modelo, pero que tampoco ayudan la situación financiera y “la dificultad cultural”, es decir, el actual paradigma según el cual “debes pasar de vivir en la casa de tus padres a comprarte una propia, como si fuera de pobres no hacerlo”. Ahora que, según Robert, empieza a “no ser fácil vender terreno” y que existe una nueva legislación, los ayuntamientos “empiezan a escucharnos”.
El primer intento se truncó a causa de la crisis en Cerdanyola, donde estaban planificadas 40 viviendas con esta fórmula. Actualmente existen acuerdos con Argentona, Olot y la Ribera del Fresno (Extremadura), donde el proyecto favorecerá a un colectivo de mujeres maltratadas, dando así salida a la vocación social de la iniciativa. Para Robert es una muestra de las posibilidades que se abren: “Aunque no es la forma más óptima de ganar dinero a corto plazo, se equilibra el acceso a la vivienda y puedes promover valores a través suyo siempre que los proyectos sean viables”.
En Dinamarca o Alemania, como cita el responsable de Sostre Cívic, se han llevado a cabo potentes iniciativas ecológicas dentro de estas cooperativas. La motivación tanto puede ser económica como de conscienciación madioambiental, pero lo decisivo es la implicación de los socios. “Quien toma las decisiones son los usuarios, no un gestor que obtiene beneficios y que, en ocasiones, sacrificará diseño, ahorro energético o calidad en general con tal de minimizar costes”, explica Robert.
Sucede que este sistema requiere de un funcionamiento para el que no todo el mundo está preparado, empezando por los ciudadanos, acostumbrados a las hipotecas, pasando por los bancos, que ni conocen estos proyectos ni están la labor de prestar en inventos inmobiliarios, y terminando por las administraciones, que no reservan suelo para estas iniciativas. Por eso Robert habla ahora de “una fase de normalización”, donde desde su asociación quieren crear un “nuevo escenario, más variado”.
A su lado, Raül y Sostre Cívic tienen la Fundación Ashoka, que les apoya financiera y estratégicamente para lograr llevar a cabo su “proyecto de preservación social a través del hábitat”, que también incluye rehabilitaciones. Concluye Raül: “Mejor reformar los pisos de los centros urbanos que nadie quiere comprar que especular con construcciones en las afueras, ¿no?”.
La utopía de Cal Cases
12 familias habitan la primera cooperativa catalana
P. F. - Un grupo de 30 personas fundó hace más de 3 años la primera comunidad de vivienda en cesión de uso catalana en una masía en Santa Maria d'Oló, (Bages). La idea se concibió en el seno de un ateneo del barrio barcelonés de Gràcia y Sostre Cívic ayudó en su gestación hasta que, por fin, en 2007 nació Cal Cases. La Masía en la que viven 20 adultos y 10 niños ha sido acondicionada y cada familia tiene su espacio de privacidad además de los compartimentos compartidos (cocina, despensa, comedores, espacio para niños). Este proyecto de vida comunitaria, que va más allá de la propuesta de Sostre Cívic, tiene además una voluntad de cambio social y la perspectiva de llegar a ser autosuficientes.
2 comentarios:
es válida como una de tantas alternativas que tendrían que haber surgido ya; aunque sistemas similares se practican desde hace años; en Madrid el ayuntamiento hace 25-30 años ya hizo esto de la "cesión del suelo", o la existencia de cooperativas (no tan puras como la que propones en el artículo) ya existen desde una época similar.
Aún así ese sistema no está exento de inconvenientes;
el principal la "inexistencia de propiedad real", eres propietario de la construcción pero no del terreno sobre el que se sustenta, por tanto en principio (excepto que se haga legislación específica, lo cual dudo sinceramente) no puedes hipotecar como garantia de nada, ni trasmitir, en realidad no eres propietario de nada hasta que vence el plazo marcado, lo que para un banco se traduce en que no tienes solvencia; (en el caso concreto de las de 25 años, transcurrido ese plazo el ayuntamiento dió la opción del compra del terreno, a la que muchos no pudieron acceder, por falta de pasta o de quien se lo financiase).
el problema de la financiación es otro y creo que también gordo, la construcción hay que pagarla y como bien dices, las entidades financieras, y más en los tiempos que corren (algo de lo que doy fé), tendrían que verlo muy claro para entrar en algo así.. como se garantizaría la financiación?? se me escapa de las manos. Supongo que se exigiría garantía tanto a los cooperativistas como al propietario del suelo (ayuntamiento).
Aún así, apoyo totalmente ésta y todas las soluciones que salgan para paliar el problema inmobiliario; aunque yo empezaría por algo más sencillo, favorecer el alquiler haciendo una ley como dios manda que proteja de verdad al arrendador del piso, (es decir, que si no le pagan pueda mandar a la policia al mes siguiente y desalojar su piso) eso abarataría bastante los alquileres (existen un montón de informes de economistas que apoyan ésto), y si lo unimos un cambio a la atrasada mentalidad de "necesidad de propiedad" que tenemos los españoles (incierta hasta que no pagas hasta el último euro al banco), se conseguiría flexibilizar el mercado inmobiliario de manera mucho más directa.
pero coño, no somos guiris, somos españoles y cazurros, así que lo sigo viendo jodido.
PECHAZOS. EL CERDO.
Joer, cerdaco, eso es enriquecer el debate y lo demás tonterías. Veo que te mola el tema.
Yo siempre he sido partidario del alquiler. Como comentas, la propiedad de la vivienda es un mito al alcance de muy pocos, que o bien son muy ricos, o muy viejos cuando la consiguen.
Y ojo si no puedes pagar la hipoteca, porque te desahucian, te quedas en la calle y con deudas sin pagar: el inicio de una espiral de pobreza cada vez más común, según estudios sobre las nuevas formas de pobreza.
Sobre las cooperativas, los problemas existentes hoy en día se reducen a uno: voluntad política. Los políticos son los que pueden legislar para proteger estas iniciativas. La gracia de la cooperativa es que la solvencia se da en bloque, entre todos los socios.
Entendiendo que este proyecto está pensado para ciudades medianas, a lo mejor quien podría especializarse en este tipo de iniciativas es la banca ética, como Triodos, Banca Cívica y tal. El pago es menor pero constante, a la larga compensa a los Ayuntamientos, así que supongo que a los bancos también.
Pero estoy contigo que las soluciones a gran escala en España pasan por un fomento del alquiler, primero asegurando la posición de los arrendadores, favoreciendo (en plan bestia)fiscalmente a quienes alquilan y atacando a los especuladores para evitar la existencia de pisos vacíos y así aumentar la oferta de vivienda.
Un abrazo fuerte
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