Lo primero que limpiaron fueron las pancartas (publicat El Mundo el 28/V/2011)
La excusa era que había que garantizar la higiene de la plaza, pero lo primero que hicieron los limpiadores fue descolgar carteles.
Cuando los operarios de BCNeta entraron en la Plaça Catalunya, la acampada estaba cercada ya por dos docenas de furgones policiales y más de cien agentes antidisturbios impedían la entrada a los manifestantes que iban llegando tras haberse enterado del desalojo. Ante la barrera policial, la protesta se convirtió en una sentada masiva para cerrar el paso a los camiones de la limpieza en las dos entradas de la plaza que dan a Ronda de Sant Pere.
Dentro, los trabajadores de la limpieza iban desmontando la biblioteca, la carpa de comunicación y la cocina y retiraban bombonas de butano, palos, ordenadores, altavoces o el muñeco de cartón que desde la comisión de educación habían preparado para las actividades infantiles previstas para esta mañana. “Dos tardes de trabajo tiradas al contenedor”, se quejaba Eric Díaz, uno de sus autores, más dolido por ver su trabajo destrozado que por los golpes recibidos.
Ante la acumulación de personas sentadas en las entradas y la llegada de los camiones de la basura que debían retirar los deshechos de la acampada, Mossos y Guàrdia Urbana fueron creando pasillos para los camiones a base de patadas, porrazos y disparos de bolas de goma a los manifestantes que estaban sentados. Allí recibió todo el mundo. A Rachel Thalmann, de 49 años, le abrieron la cabeza. Germán Benet tiene cinco marcas rojas en la espalda de sendos porrazos que le dieron estando sentado. Joaquima Claramunt, de 70, se quejaba a quien quisiera escucharla que un Mosso la había mandado “a tomar por el culo” cuando le preguntó cómo salir de allí.
Fueron un total de 120 heridos en una concentración pacífica. A nadie se le ocurrió reventar mobiliario urbano o montar barreras con contenedores como en otras ocasiones. Nadie lanzó piedras a los agentes. La consigna no violenta era tan clara y se cumplió con tal firmeza que desde el primer momento atrajo a cientos de simpatizantes, desde cuarentones con traje y corbata hasta jubilados, pasando por trabajadores que decidieron posponer la llegada a su puesto, caso de la música Sonia Moreno, o de un joven que no se presentó a una entrevista de trabajo para apoyar la manifestación (y que por esa misma razón no ha querido que se publicara su nombre).
Nadie en la plaza entendió las razones del desalojo, mucho menos su brutalidad, y así lo intentaron comunicar los mediadores del Col·legi d'Advocats, que invitaron a los Mossos a irse: los acampados querían limpiar solos “su” plaza.
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